Cech, T. R. (2024/25). El catalizador. Cómo el ARN se convirtió en la clave del origen y el futuro de la vida. Barcelona: Ariel.

Tras la pandemia COVID-19 –virus ARN que mata- y sus vacunas –ARNm que cura-, el ARN –la molécula de este siglo (era del ARN), centro de atención del futuro (redefinir la vida), el gran catalizador de la vida– cobró un protagonismo mundial, por su patente utilidad vital. Ahora nos toca conocerlo algo más detenidamente de la mano de un Premio Nobel de Química –uno de los mejores biólogos moleculares del mundo-. Te apetece, ¿no? Pues vamos a ello, dado que el libro es un canto de amor por la ciencia, por la buena ciencia –el de su autor-.
Hoy podemos asegurar -en lenguaje de divulgación- que el ARN tiene muchos superpoderes, descubiertos científicamente. Pero hay previamente una historia que contar. A mediados de la década de los 60 bastantes científicos pensaron que ya se conocía casi todo lo referido al ARN: cada ARNm -mensajero- era capaz de sintetizar una proteína diferente, según un código ya descifrado en esas fechas. En la síntesis de proteínas intervenían también otros dos tipos de ARN estables: los ARNt -transferencia- y los ARNr –ribosómico-. Con ello parecía que se podía poner fin a la historia del ARN. Eso era todo.
Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. El ARN, como iremos viendo, era capaz de hacer mucho más que transmitir mensajes al servicio del ADN -lo que en modo alguno es poca cosa: una especie de intermediario (transcripción)-. Así, un gen humano típico da lugar a 4 o 5 ARNm, con todo lo que eso implica -distintos productos proteicos, cortados y empalmados (splicing) de forma diferente-. Pero en algunas ocasiones -pocas- los cortados y empalmados salen mal. Entonces, nos podemos encontrar con consecuencias devastadoras (enfermedades: beta-talasemia…).
Además, los ARN no codificantes pueden dirigir este específico proceso: ser catalizadores –catalizar el propio splicing, ser impulsores de la biología-. Esto supone que, si bien no todas las enzimas son proteínas, la mayoría sí y que ahora nos encontramos además con ARN autoempalmantes -con actividad enzimática: catalizador interno y externo (ARNt -transferencia-). Desentrañar la estructura tridimensional de los ARNt y de las ribozimas -sobre todo gracias a la ayuda de la IA (inteligencia artificial)- ha supuesto un avance considerable en el conocimiento del ARN y sus múltiples implicaciones para los humanos. Sigamos avanzando, pues.
Y tanto: el corazón del ribosoma es ARN puro -toda gira en torno al ARN- frente a la versión mantenida hasta bastante recientemente por la mayoría de los especialistas -el corazón eran las proteínas-. ¿Pero qué utilidad práctica se deriva del conocimiento de la estructura y la función del ARNr -ribosómico-? Pensemos en los antibióticos: se comprende mejor su funcionamiento, la resistencia a los mismos y su mejora futura. Si seguimos por esa vía, tal vez se pudiera dar algún tipo de respuesta a la pregunta sobre el origen de la vida en nuestro planeta. ¿Y si el huevo y la gallina fuera lo mismo -ARN (ribozima)-? ¿Es realista la autorreplicación de ARN catalizada por ARN? Es posible, pues, que la vida empezara con el ARN. ¿Se podrá comprobar? El futuro tal vez tenga la respuesta.
De momento, veamos solo algún ejemplo de las implicaciones prácticas -para nuestro presente y futuro inmediato-, derivadas de lo que hasta ahora conocemos de nuestro ya querido ARN. A escala celular, la inmortalidad existe, gracias a una enzima impulsada por el ARN llamada telomerasa. Esta necesita ARN para funcionar. Y el tipo de funcionamiento incide tanto en el cáncer como en el envejecimiento. Los microARN, por su parte, juegan un papel determinante en la regulación genética postranscripcional. De hecho, su alteración contribuye a muchas enfermedades. ¿Se podría entonces utilizar el ARNi -interferencia- para luchar contra ellas, en tanto agente terapéutico contra el ARNm creado por genes dañinos o contra las enfermedades neurodegenerativas? Ese es un buen inicio de camino: ARN contra ARN (vacunas de ARNm contra pandemias, contra el cáncer…). Pero también puede actuar el ARNm para restaurar proteínas funcionales ausentes o mutadas en diversos pacientes. Hay, además, diversos tipos de ARN convertibles en medicamentos (ARN antisentido, ARN pequeño de interferencia…) e incluso hay un proceso basado en ARN que posibilita editar el genoma de cualquier especie –Revolución CRISPR (Crispr-Cas9: proteína Cas9 y ARN guía simple, Dead Cas9, Cas12a, impulsor genético Crispr…). ¿Ayudará CRISPR, con su ARN guía, a rescatar el planeta? En todo caso: no subestimes al ARN.
Si, al final, nos preguntásemos por si es aconsejable la lectura de esta obra, la respuesta, por lo leído, es altamente probable de que fuese un sí, bastante rotundo por cierto. Creo que en modo alguno nos estaríamos equivocando. Adelante, pues.