El fantasma del miedo -apocalipsis- parece que nos acecha por doquier (miedo a pensar: clima o pandemia de miedo). El vivir casi se ha reducido a sobrevivir en un ambiente manifiestamente depresivo -crisis múltiples-. ¿Será posible escapar de esta cárcel actual del tiempo cerrado? Esta es la cuestión filosófica a la que se enfrenta quien ha mostrado, a escala internacional, capacidad sobrada para ofrecer una vía humana de salida. Lo pretende hacer en esta breve obra [Han, B. C. (2024). El espíritu de la esperanza. Contra la sociedad del miedo. Barcelona: Herder.]. ¿Lo conseguirá?
El autor, en modo alguno resulta desconocido para ACIPE, pues ya hemos recensionado uno de sus varios libros -en general, muy críticos con la situación actual de nuestras sociedades-.
Ahora nos toca poner a prueba -espíritu del buen científico– hasta qué punto ha logrado su propósito en este que ahora comentamos, acompañado con ilustraciones de Kiefer -artista de prestigio-. Pero eso a la postre lo vas a tener que hacer tú -valorarlo-, tras alguna pincelada ilustrativa que ahora te proporcionamos, a fin de que puedas tomar decisiones con conocimiento de causa.
Vivir -que no es una mera optimización de lo que ya hay (aviso serio para los entusiastas de la psicología positiva)- significa tener esperanza y tener esperanza no es aguardar pasivamente y desear, sino entusiasmo y afán -soñar activamente, ímpetu, estado de ánimo-.
La esperanza renueva nuestro actuar y nos prepara para el nacimiento de lo nuevo. En este sentido, se podría decir que habita en el futuro. Solo las personas visionarias, que sueñan despiertas (óptica del soñador), son capaces de llevar a cabo una revolución. Sueñan hacia delante: piensan en conseguir algo nuevo, que todavía no existe, en las relaciones interhumanas, gracias a la resolución para actuar, con la atención puesta en lo abierto, lo venidero. Muestran una pasión por lo posible: se anticipan mediante presentimientos.
No deja de ser curioso que se presente la esperanza -la descrita en este libro- como una vía esencial humana de salida ante la convergencia de las múltiples crisis actuales que nos circundan -analizadas ya en sus obras anteriores-. De ahí que la porfía haga posible vivir ante justamente la desesperanza y sea osada en la búsqueda del sentido, es decir, forme parte de la propia esperanza, que es capaz de crear un verdadero nosotros -es así una dimensión anímica-. Desde la esperanza se confía en lo imprevisible, se cuenta con que haya posibilidades ante las escasas probabilidades. La esperanza es un existencial -estado de ánimo general: tiempo venidero como advenimiento-. Es abierta, por lo que se dirige a lo desconocido, a lo que está por venir.
Son algo menos de 150 páginas de filosofía, en formato plenamente divulgativo, con contenido filosófico/poético-. Tras la lectura, atrévete a materializar un pensar esperanzado -la lechuza de Minerva es ciega para el naciente esplendor de lo nuevo-. Después, ya llevarás a cabo decisiones vitales -a ser posible compartidas, reconociendo la alteridad: coexistencia esperanzada con los otros, trascendiéndote a ti mismo-. Intenta ver qué sucede. Suerte.