Ramón y Cajal, el científico español de mayor reconocimiento internacional, tuvo en su vida un sueño recurrente, analógico debido a la época en la que le tocó vivir -1852/1934-: enviar a los jóvenes investigadores a formarse a los mejores centros –laboratorios- del mundo o incorporar a los más destacados científicos del momento a nuestros lugares específicos de investigación y enseñanza, a fin de optimizar el nivel científico de nuestro país. ¿Sería posible en nuestros días, en un mundo más digitalizado y en medio de una gran pandemia, hacer realidad su reiterativo sueño académico?
Es lo que viene intentando llevar a cabo ACIPE últimamente: reunir en un espacio virtual aquellas aportaciones científicas divulgativas de máximo nivel, producidas por algunas de las mentes más lúcidas y productivas del momento actual (siglos XX y XXI). Si este es el objetivo, son varios los criterios que hemos utilizado, cinco en concreto, para intentar alcanzar tal fin, sabiendo que otros podrían, con razón, ser también empleados:
1.- Variadas son las disciplinas que han de ser traídas a colación: física, química, biología, medicina, economía, sociología, historia, antropología, filosofía, etcétera. No es posible afrontar el futuro sin los mejores saberes procedentes de estos diversos campos de investigación. ¿Se está consiguiendo? Basta echar un simple vistazo al apartado de PUBLICACIONES/RESEÑAS de ACIPE (79 volúmenes hasta ahora, con un promedio aproximado de unas 350 páginas cada uno) para constatar que tal vez la respuesta sea un fundamentado sí. La psicología y la educación están, por supuesto, presentes.
2.- Debería haber una rigurosa selección de autores de reconocido prestigio internacional: es difícil imaginar que ésta se pueda realizar sin contar con Premios Nobel de distintos campos (química, medicina, economía…) o sin tener en cuenta a figuras conocidas y renombradas internacionalmente por sus abundantes citas o por su manifiesta influencia en nuestro pensamiento contemporáneo. Aquí nos encontramos con que este criterio de excelencia ha sido considerado.
3.- Los asuntos tratados deben ser relevantes para la humanidad y para nuestro planeta. No se entendería bien la falta de consideración de materias centradas en el cambio climático, las desigualdades, las discriminaciones, el capitalismo en sus diferentes manifestaciones, las infecciones zoonóticas, la edición génica, la robotización, la realidad virtual, entre otras. En todos ellas se apunta, directa o indirectamente, a la necesidad de cambios bastante radicales –de vía, de reinicio, de un green new deal global…-. También aquí se cumple, al menos parcialmente, este criterio.
4.- Lo aportado por estos autores relevantes ha de posibilitarnos a los demás estar mejor preparados para afrontar adecuadamente el futuro, de una manera más científica, más rigurosa y más humana. En términos actuales, las lecturas han de empoderarnos frente a las falsas creencias, a los mitos, a las noticias infundadas, a las malas políticas, a los engaños, a los fraudes. La mejor prueba de que se está cumpliendo esta característica o criterio es leyendo lo reseñado, es decir, gracias a la comprobación personal, a la que sinceramente animamos.
5.- La relativa coincidencia o consenso –científico- sobre lo que nos puede deparar el inmediato futuro. Cuando alegremente se dice que no cabía imaginar lo que ha sucedido en un momento determinado de nuestras vidas, hemos de ser conscientes de que ciertas mentes, gracias a su trabajo, su resiliencia, su enorme tesón, ya lo previeron y así lo dejaron escrito, pero no se los leyó, no se los tuvo en cuenta: eran tal vez minorías (outsiders). El caso de la actual pandemia es bien significativo al respecto. La prueba del nueve para nuestro caso: ¿alguien podría hablar sensatamente del futuro -incluso con un Premio Nobel a sus espaldas- sin tener en cuenta alguna parte de lo que ha sido ya seleccionado? Difícilmente. De hecho, cada vez que se publica un nuevo libro relevante con objetivos centrados en la comprensión rigurosa del presente o del futuro, aparecen una y otra vez referencias a algunos de los autores seleccionados.
Por lo hasta aquí dicho, creemos, sin demasiado temor a equivocarnos, que si Ramón y Cajal pudiera ver juntos hic et nunc a los autores, y a sus obras de divulgación comentadas, sonreiría al constatar que su sueño, al menos en parte, se ha hecho realidad, no de modo analógico –su forma, la de aquel tiempo-, sino de manera digital. ¿No es para sentirnos relativamente satisfechos los humanos?
Como somos conscientes de que todavía el sueño no está realizado en su plenitud, seguiremos avanzando en la reunión –recensión- de más obras valiosas, tanto desde el punto de vista académico como social. Es necesario devolver a la sociedad su inversión: la que ha hecho para obtener el conocimiento riguroso que necesitamos, en un mundo del aprendizaje y del conocimiento y que por esencia es –no sólo está en- continuo cambio.
Tal vez podamos ser algo optimistas, sentir cierto moderado orgullo con lo que la especie humana está realizando. El control de ese orgullo es debido a que todavía nos queda mucho por hacer, reconociendo al mismo tiempo lo que necesitamos corregir y, además, con cierta urgencia, a fin de que el presente y el futuro no se nos vayan de las manos. Aquí es imposible quedarse sin trabajo –coordinado-. Lo necesitamos. Sin ciencia es difícil mantener la necesaria esperanza.
Bienvenidos, pues, al sueño de nuestro gran científico –Ramón y Cajal– que empieza a hacerse realidad (digital), gracias precisamente a los/las únicos y auténticos protagonistas: los destacados científicos (de cualquier parte del mundo) que han sobresalido por sus méritos, debidamente objetivados en sus excelentes libros de divulgación. Lo analógico, en su oportuno momento, también será bienvenido, al ser una vía complementaria de la cabal materialización de tan preciado sueño.