musgo

¿Qué sabes del musgo?

Tal vez una respuesta mayoritaria de la gente bien podría ser: muy poco y, la verdad, no pienso dedicar mi preciado tiempo a este tipo de cuestiones más bien inútiles para los humanos. Piénsalo dos veces, por favor, pues la visión científica del musgo [Kimmerer, R. W. (2003/23). Reserva de musgo. Una historia natural y cultural de los musgos. Madrid: Capitán Swing.] muy probablemente te haga cambiar de opinión: para tu bien -por supuesto- y para el del planeta en el que vivimos.

En ACIPE se han ofrecido visiones científicas de las bacterias, los virus y también de los hongos [Sheldrake, M. (2020). La red oculta de la vida. Cómo los hongos condicionan nuestro mundo, nuestra forma de pensar y nuestro futuro. Barcelona: Planeta.]. Hoy, después de la última pandemia (COVID-19), pocas personas se atreverían a decir: ¿y yo qué tengo que ver con los virus, por ejemplo? ¿Para qué necesito conocerlos?

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Parece, pues, que ha llegado ya el momento de adentrarnos en el complejo y variado mundo del musgo (la más primitiva de las plantas terrestres: ventajas de ser pequeño –unas 22.000 especies, con una elegante adaptación; consiguen desarrollarse al adaptar las propiedades únicas de su constitución a las leyes físicas de la interacción entre aire y tierra y con una extraordinaria tolerancia al estrés). Si así lo consideras, el viaje te resultará sumamente placentero pues estarás acompañado/a en todo momento por una reconocida experta en la materia, que sabe contar las cosas con sencillez, entusiasmo, rigor científico y, en ocasiones, con muestras de creencias personales. ¿Qué más se puede pedir?

Traigamos a colación algunas de las ideas de interés que puedan estimular una enriquecedora lectura. El mundo es mucho más de lo que se nos muestra a simple vista -es el caso del musgo: hemos de aprender a ver (alejarse apresuradamente es como seguir hablando por el móvil, pasando de largo ante la Mona Lisa)-. De hecho, podemos enriquecer nuestras vidas si las llegamos a ver del color del musgo –conocer mejor mi lugar en el mundo-. ¿Cómo puede ser esto?: mediante el análisis de las interacciones -siempre la interacción en el universo: el musgo modela al agua y el agua modela al musgo-, que pueden dar origen al desarrollo de las espirales virtuosas: la sucesión ecológica es como un circuito de retroalimentación positiva (un imán de vida que atrae más vida: red de reciprocidad).

Incluso, hemos de aprender a escuchar más que a simplemente ver. El conocimiento de  los musgos mejoraría así nuestro entendimiento del planeta -las fronteras/merodeos entre la vida y la muerte, relaciones de competitividad y diversidad (hipótesis de la perturbación intermedia), el funcionamiento de la selección natural, el comportamiento sexual o clónico en interacción con cada contexto…-, pues en el decir wilsoniano -citado por la autora-, el esplendor espera en proporciones minúsculas: los hilos -¿ocultos: de lo invisible a lo visible?- que unen el mundo.

Lee, pues, y disfruta aprendiendo de la naturaleza -los musgos tienen mucho en común con el ser humano: muy diversos, adaptables, toleran el estrés, resisten la contaminación, viajeros (campos y ciudades) y sobreviven en condiciones de gran densidad (nuestro amigo el musgo, que puede realizar funciones semejantes a los canarios en las minas)-. No dejes pasar esta buena oportunidad, por tu bien y el de nuestro planeta -el de todos-. Si solo piensas en su explotación –de la naturaleza, podría salirnos el tiro por la culada –círculos viciosos o, incluso, extinción-. Si, por el contrario, cuidamos la tierra para las futuras generaciones -las nubes, los ríos, los pájaros, las babosas, los helechos, los árboles, los hongos y la tierra … dan las gracias a los musgos-, entonces actuamos como un musgo Sphagnum vivo -protegiéndolas (su posteridad)-. Anímate a ser responsable -el tiempo de ser meros espectadores debiera estar tocando a su fin-.