Que la pandemia del SARS-CoV-2 ha afectado considerablemente a España es un hecho bien constatado, tanto dentro como fuera de nuestro país. Entre las implicaciones cabe destacar y distinguir las de tipo sanitario (muertes, hospitalizaciones, secuelas…), las económicas (para empresas y para individuos y familias…) y las psicológicas (del personal sanitario y de todos los demás).
Desde muy diversos puntos de vista (científico, profesional, político, personal…) es aconsejable una evaluación rigurosa de lo que ha sucedido hasta ahora, a fin de estar mejor preparados para lo que nos pueda acaecer en el futuro (de esta pandemia, que continúa) y de otras que sin duda llegarán (es pertinente ir avisando).
Pero cuando hablamos de evaluación, ¿a qué nos estamos refiriendo concretamente?
La evaluación (que es considerablemente más amplia que la auditoría; ésta de hecho sólo es una pequeña parte de aquélla) supone:
A) Una recogida de la información relevante, llevada a cabo de forma fiable y válida.Luego, ha de hacerse por parte de especialistas (evaluadores) en esta materia.
B) Que gracias a esta información, fiable y válida, se podrán tomar decisiones más y mejor fundamentadas científicamente, por parte de políticos, científicos, profesionales y por cada uno de nosotros.
C) Que de esta forma todos podemos rendir cuentas a la sociedad, desde nuestras específicas responsabilidades (cada uno de sus propias conductas, los científicos de sus trabajos de investigación, los profesionales de sus intervenciones sanitarias y los políticos de sus decisiones en torno a la pandemia).
D) Que se han de potenciar las intervenciones eficientes (relación entre input –entrada- y output -salida-) frente a las eficaces (se considera sólo el producto sin tener en cuenta el proceso) y, por supuesto, frente a las ineficaces o contraproducentes, que suelen ser más frecuentes de lo que uno se imagina, con cierta independencia de la buena voluntad que en principio se presupone.
E) Que se han de valorar los efectos, es decir, deben ser correctamente interpretados. Hay que ir por tanto más allá de los datos en sí, pues éstos, en general, son susceptibles de muy diversas interpretaciones.
F) Que las evaluaciones han de estar basadas en y guiadas por teorías, si se quiere después contar con una buena interpretación de los datos.
En el caso que nos ocupa, la evaluación ha de estar centrada en al menos tres dianas:
- Los responsables políticos: ¿por qué han tomado las decisiones que hemos tenido la oportunidad de constatar y no otras?, pues en función de unas u otras los resultados han sido muy dispares, tanto dentro de cada país como en los distintos países.
- Los científicos y profesionales de las distintas disciplinas: ¿cuáles han sido sus aportaciones en materia de investigación (vacuna…), tecnología (materiales…), prevención y tratamiento sanitario –test, rastreos, intervenciones hospitalarias…- y de tipo personal y social?
- Cada uno de nosotros: ¿hemos facilitado o dificultado con nuestro comportamiento (llevando o no mascarillas, manteniendo la distancia o no de seguridad, practicando o no la higiene básica pero trascendental –desinfección, ventilación…-) la propagación o, por el contrario, el confinamiento del propio coronavirus?
El objetivo prioritario debiera ser el de mejorar las decisiones futuras, evitando en lo posible volver a cometer las deficiencias o fallos ya pasados.
En una pandemia, como la actual, cada cual tiene sus responsabilidades:
a) La de cada uno de nosotros es o debiera ser clara: no abrir la puerta al coronavirus que está entre nosotros. Si no le abrimos la puerta, el virus no puede entrar y, en consecuencia, no se puede propagar. Queda de inmediato inactivado. ¿Conocemos la forma de cerrarle la puerta?: sí, manteniendo la distancia de seguridad, poniéndonos las mascarillas, observando escrupulosamente las medidas higiénicas elementales… Con ello la pandemia paulatinamente deja de serlo.
b) La de los profesionales e investigadores,utilizando las mejores intervenciones sanitarias conocidas hasta ese momento, intentando encontrar la vacuna y los fármacos pertinentes, descubriendo las características específicas de este coronavirus, su procedencia, sus modo de contagio, sus efectos, sus patrones de difusión…
c) La de los políticos (de uno u otro signo o ideología): dejarse aconsejar y guiar por los especialistas e implementar las medidas oportunas. Así, si el confinamiento es aconsejado, la mejor ejecución del mismo ha de correr a cargo de las actuaciones políticas, pues no es competencia de ningún científico. ¿Es necesaria una financiación? Es el político el que ha de priorizarla, al estar en juego la salud de la ciudadanía.
A la luz de lo dicho, preguntamos: ¿es necesaria una evaluación? Responda, por favor, en conciencia y, a continuación, haga todo lo posible para que se lleve a cabo en los distintos niveles (personal, científico, profesional y político), si obviamente su respuesta ha sido positiva. Si actuamos así, la victoria, como no puede ser de otra forma, estará claramente de nuestro lado. Suerte, pues, y mucho ánimo. Lo vamos a necesitar.